viernes, 25 de octubre de 2013

Capitulo 2 de No confíes: El pasado siempre vuelve

Ya se que dije que iba a subir un capítulo al mes pero esta vez al ver que ha gustado a gente y que se han quedado con ganas de saber que le pasa a Dana no voy a ser mala y este mes voy a subir otro capítulo mas aqui os lo dejo. Disfrutad.


El pasado siempre vuelve 


6 años después
Se cepillo el pelo con extrema delicadeza intentando deshacer los nudos que se le formaban por la mañana y se aproximo al armario para coger uno vaqueros oscuros y una camiseta de color blanco de manga larga con encajes. Sacó los botines marrones del zapatero y justo cuando estaba a punto de atárselos empezó a sonar su móvil. Levantó la mano y tanteo la mesilla de noche hasta que lo encontró y le dio al botón de descolgar sin mirar quien era.
-¿Diga?-habló Dana.
-¡Venga, baja ya te estamos esperando!-gritó Less, su mejor amiga desde hacía cinco años al otro lado de la línea.
Dana alejó el teléfono de su oreja al oír semejante chillido.
Volvió a acercarlo cuando supuso que había terminado de gritar.
-Ya bajo, dame un minuto-dijo Dana colgando el teléfono, sin darle tempo a su amiga para contestar con otro chillido.
Se terminó de atar los cordones, cogió su mochila y corrió escaleras abajo.
Pasó al lado de la cocina donde estaba Melissa tomando el desayuno preparado por Denia la cocinera y asistenta de la casa.
Melissa la llamo en cuanto la vio pasar como alma que lleva el diablo.
-Dana
La susodicha paró en seco y dio marcha atrás yendo a la cocina.
-¿Qué pasa, mama?-pregunto mirando a los ojos a la que ahora era su madre desde hacía seis años, no había cambiado mucho, pero su cara comenzaba a tener algunas arrugas casi imperceptibles para alguien que no la conociera, y sus ojos seguían siendo igual de cálidos que cuando los había visto por primera vez en aquella comisaria.
-No has desayunado-apuntó Melissa interrumpiendo los recuerdo de la muchacha.
-Es que no me da tiempo-se excuso Dana, aproximándose a la puerta.
Melissa suspiro con fuerza.
-Al menos comete una tostada-dijo su madre con tono autoritario.
-Está bien-aceptó Dana cogiendo una tostada de melocotón del plato que tenía en frente.
Se acerco a su madre y le dio un beso en la mejilla.
-Adiós, mama
-Adiós, cariño
Cogió la chaqueta.
Y la chica de casi dieciséis años salió corriendo hacia la calle pasando por el camino de baldosas que cruzaba el cuidado jardín de Melissa el cual mimaba y cuidaba. Todas las mañanas nada mas despertarse le gustaba hacerlo y regarlo ella misma odiaba hacerlo con aspersores, decía que de la forma en la que ella lo hacia las plantas crecían mejor. Dana no sabía si eso era verdad pero el jardín estaba esplendido.
Vio el llamativo descapotable rojo de Less y se aproximo a él donde sus amigos la esperaban ansiosos. Dana se subió en el asiento del copiloto. Miro hacia atrás y saludo a Sally y a Will que habían sido sus amigos desde los once años.
Sally era una chica pelirroja con ojos color miel, algo tímida y de cuerpo algo rechoncho pero no gordo. Era de ese tipo de amigas que a veces parece que no se encuentra presente en una conversación pero cuando la necesitabas para algo era siempre la primera en la lista,
Will en cambio era moreno y de ojos verdes y al contrario que su hermana no era tímido para nada. Aunque fuesen  mellizos su parecido era nulo pues aparte de lo antes nombrado Will era muy delgado y era de los típicos que no pueden parar de hablar nunca. Lo único que compartían era su compromiso referente a sus amigos.
-Hola, chicos-saludó Dana a los hermanos con una sonrisa.
-Hola-respondieron a la vez.
Dana se giro para mirar a Less que había comenzado a conducir.
Less era rubia de ese color que se asemejaba al sol y de ojos marrones. Parecía una copia de esas chicas que salían en las películas, la típica rubia despampanante que dirigía al instituto a su antojo pero en realidad no era mala persona.
-¿Por qué has tardado tanto?-pregunto la rubia mientras  se colocaba un mechón de pelo por detrás de la oreja.
-Me he quedado dormida-respondió Dana dirigiendo su vista hacia el paisaje por el que pasaban.
Todo era verde ya que sus padres vivian a las afueras de la ciudad porque según ellos se vive más tranquilo. Su casa estaba justa al lado del bosque donde iba cuando necesitaba pensar o tranquilizarse. Su padre le había construido una pequeña cabaña con una cama, una radio y un grifo. No era muy grande pero a ella le gustaba porque era suyo y un lugar donde se sentía a gusto y segura.
-¿Sabéis de lo que me enterado?-habló Less, rompiendo el silencio en el que se había visto instalado el coche.
-¿Qué pasa?-preguntó Will con curiosidad contenida, inclinándose hacia delante.
Less se calló por un momento para dar más peso a la información que estaba a punto e compartir.
-Hoy viene un chico nuevo al instituto-reveló por fin con una sonrisa radiante.
Will habló, diciendo en voz alta lo que Sally y Dana estaban pensando.
-¿Eso es todo?-dijo el moreno, decepcionado.
Less dejó de sonreír y apartó la mirada de la carretera girándose por un momento a Will para dedicarle una mirada asesina. Este simplemente se encogió de hombros y se volvió a apoyar en el respaldo de su asiento.
-Pues la próxima vez que sepa algo que vosotros no-dijo Less mirando con enfado el asfalto-Me lo guardare para mí misma.
-Si es para decir cosas como esa-habló Will mirando hacia un lado y con los brazos cruzados sobre el pecho-Te agradeceríamos que no lo dijeras, más que nada para que ahorres saliva-le puso una mano en el hombro a Less desde el asiento de atrás-sabes que solo me preocupo por ti.
-Si, claro-replicó Less, sarcástica.
-Bueno-intervino Sally, quitándole la posibilidad a Will de contestar-Vamos a dejar este tema-sonrió de forma encantadora-Hablemos de otra cosa.
Parecía que alguien había revivido a Will porque esa frase hizo que se incorporara en el asiento y apoyara los brazos en el respaldo de Dana.
-Es verdad-convino Will-hablemos del novio de Dana.
Dana se dio la vuelta soltando en el proceso un largo suspiro, para luego dirigirle una mirada asesina a Will y una de sus sonrisas mas falsas, con intención de que él lo notara.
-Peter no es mi novio-afirmó Dana con cansancio-Es un chico con un problema lingüístico que no conoce el significado de la palabra: no. Aunque se la repitas cinco veces.
-¿Te ha pedido salir cinco veces?-preguntó Sally, impresionada por la constante insistencia del chico.
-Si-respondió Dana rodando los ojos-Y cada vez que lo hace me suelta un rollo del por qué deberíamos estar juntos.
-¿Y qué te dice?-cuestiono esta vez Will con una sonrisa divertida.
Dana movió la mano quitándole importancia al asunto.
-Dice cosas como que es nuestro destino, que no se rendirá y que soy suya.-dijo Dana dándose la vuelta en su asiento-Traduciendo al español: tonterías.
Will soltó una carcajada y Less lo siguió pero la suya era mucho más delicada, al igual que ella.
-Lo tienes cazado, Dana-dijo Less tamborileando con los dedos en volante.
-A mi no me hace gracia-afirmó Dana queriendo parecer enfadada  pero fallando totalmente al escapársele una sonrisa.
-Peter no está mal-opinó Will llamando la atención de todos los integrantes del vehículo los cuales se quedaron mirando a Will, todos menos Less que solamente se dedicó a fruncir el ceño mientras seguía con la vista en la carretera.
-¿Te gusta?-preguntó Dana sin poder creérselo.
-No me miréis como si os sorprendiera que me gustase-se defendió Will levantando las manos-Salí del armario hace casi un año-sonrió con aires de suficiencia- Además no me gusta, solo pienso que tiene un buen culo.
El coche estalló en carcajadas antes de que Dana recuperase la compostura.
-Pues si lo quieres te lo regalo-ofreció Dana sonriendo a Will.
-No gracias-rechazó el chico devolviéndole la sonrisa- Ya tengo bastante con mi bonito trasero, no necesito el de tu novio.
Dana gruñó y apoyó la cabeza en el respaldo.
-¡Peter Gale no es mi novio!-gritó la chica-¡Y nunca lo será!
Will rió con ganas y luego el coche se instaló en un cómodo silencio hasta que llegaron al instituto situado al otro lado del pueblo. Este contaba con tres edificios: el gimnasio, la cafetería y el edificio principal donde daban clase.
La cafetería era como una especie de caseta vieja que debía haber sido restaurada hace mucho tiempo pero el poco presupuesto con el que contaba el instituto no les permitía tener un lugar mínimamente decente para comer. Will creía sólidamente en la posibilidad de que algún día se cayese sobre sus cabezas, matando a todo al que no tenía por así decirlo mucho afecto, pero Dana sabía que en realidad Will no sería capaz de hacer daño si quiera a una mosca.
El gimnasio era una especie de edificio pequeño que constaba de cuatro paredes pintadas de un verde botella horrible al ojo humano según Less, aunque claro a ella todo lo que no fuese de color rosa le parecía una monstruosidad, estas estaban coronadas por un techo abovedado de un color blanco marfil que hacía que los pájaros chocaran contra el no siendo la primera vez de que a algún desgraciado que pasase por allí le cayese encima el aturdido animal o en un mejor caso algún que otro excremento de paloma.
Y por último el edificio principal no era muy grande en comparación a otros institutos pero para un pueblo pequeño no se necesitaba más. Era de color gris pálido, algo que deprimía a Dana nada más entrar en el avisándole de lo bueno que sería el día. En la fachada había repartidas diferentes ventanas, todas cerradas a causa del frio y en la entrada una puerta roja y brillante te daba la bienvenida a un nuevo día lectivo.
Los cuatro amigos se bajaron del coche y fueron hacia la entrada donde se arremolinaban los otros alumnos para ingresar en el edificio. Cuando consiguieron entrar cada uno se dirigió a su clase. Dana y Will fueron a la clase que compartían a primera hora: Biología. Subieron las escaleras hacia el tercer piso donde les aguardaba su aula. Los dos amigos estaban rodeados por un silencio incomodo.
-¿No estarás enfadada conmigo, verdad Dana?-preguntó Will con un matiz de culpabilidad en la voz.
Dana giró la cabeza mirando al moreno.
-No-negó ella moviendo la cabeza- No puedo enfadarme contigo me resulta imposible.
Will sonrió, le pasó un brazo por los hombros y la apretó contra él.
-Así me gusta-dijo Will-el único que puede meterse contigo soy yo cualquier otra persona recibirá una patada en el culo de mi parte.
-Ya lo sé-afirmó Dana creyendo capaz al moreno de realizar lo que le había dicho.
Llegaron los primeros y se sentaron cada uno en su asiento correspondiente. Dana estaba la cuarta de la fila al lado de la ventana y Will en la fila de la pared el último de esta. Sonó la campana y los otros alumnos entraron en estampida dejando a la profesora la ultima en ingresar al aula.
-Buenos días, chicos-dijo la Sra. Esller, la profesora de biología.
Esta se aproximó a su mesa  a paso lento, intentando menar con gracia sus caderas, aunque lo único que conseguía era las risillas bajas por parte de los alumnos. Justo cuando estaba apuntó de apoyar las enormes posaderas en la silla alguien llamó a la puerta dejando a la profesora en una postura parecida a la que se utiliza en la defecación para luego incorporarse de nuevo alisarse la falda e intento realizar, sin éxito el contoneo de caderas. Agarró el pomo dorado de la puerta y estuvo punto de estrellar su nariz contra esta olvidando que la puerta se abría hacia dentro, provocando nuevamente la risa de los alumnos, esta vez con algo más de volumen.
Al otro lado del umbral había un chico de pelo rubio algo rizado, con unos ojos del color de la tormenta más oscura, eran de un color azul electrizante que parecía que lanzarte una descarga cada vez que los mirabas. Su vestuario era sencillo unos vaqueros desgastados, una camiseta gris, una chaqueta negra y unos zapatos que combinaban con esta, pero no eso no hacía que pareciese menos atractivo, al contrario, hacia que lo encontraras más natural, dándole el típico aspecto de chico malo.
Dana al ver al guapo chico abrió sus plateados ojos y se sonrojo de forma involuntaria. El rubio entro por la puerta con una sonrisa presuntuosa sabiendo las sensaciones que creaba en el género femenino y a Will.
-Ud. Debe ser el chico nuevo-supuso la Sra. Esller mirando al chico.
-Si-confirmó el con algo de indiferencia, sus electrizantes ojos viajaron por el aula hasta detenerse en Dana que se sonrojo al instante. El chico le dedico una sonrisa insinuante que hizo que la muchacha bajara la mirada avergonzada.
-¿Cuál es su nombre?-preguntó la profesora cogiendo la lista de los alumnos.
-Jack Verrel-contestó el chico esta vez mirando a la vieja profesora que buscaba su nombre en la hoja.
-Ah, sí, aquí esta-exclamó señalando el papel la Sra. Esller.
Jack puso los ojos en blanco pensando que el entusiasmo de la mujer era demasiado.
-Siéntese allí Sr. Verrel-dijo la profesora señalando el sitio al lado de Dana.
Esta se tensó al instante y se dedico a mirar el cuaderno cerrado que tenía en la mesa. Oyó unos pasos que se aproximaban al asiento de su lado y se detenían para sentarse. Dana por puro instinto subió la vista para ver quién era aunque ya lo sabía.
Jack la estaba mirando con una sonrisa divertida en los labios.
Pero la chica esta vez no aparto la vista, sabia como eran esos chicos, si les dejas que vean que te pueden dominar te convierten en su marioneta y por ello se mantuvo firme sin permitir que la tormenta de sus ojos la empapara.
Jack se sorprendió mas no aparto la mirada, no podía permitir que la chica viese que aguantarle la mirada a sus ojos brillantes como perlas le resultaba algo difícil. Dana le sonrió de manera amistosa.
Y el chico al que iba dirigida giró la cabeza mirando al frente de la clase haciendo como que en realidad le interesaba lo que estaba diciendo la vieja profesora la cual estaba en la pizarra señalando conceptos que nadie escuchaba, algo relacionado con la tectónica de placas. Dana hizo lo mismo frunciendo el ceño con confusión hasta que lo entendió ``Ya veo´´ pensó ``Quiere hacerse el interesante´´ la muchacha se preguntó si los chicos aun creían que ese truco funcionaba, puede que sí con otras pero no con ella.
Miró a la pizarra con enfado.
``Todos son iguales´´ eso era lo que pasaba por la mente de la chica de ojos plateados.
La clase transcurrió a un ritmo tortuosamente lento y por eso cuando el timbre sonó indicando el final de esta todos soltaron un suspiro de alivio, cogieron su cosas y salieron con rapidez del aula hacia su siguiente clase.
Dana salió de las últimas, se despidió de Will con un beso en la mejilla y se dirigió a su siguiente clase, la cual no compartía con ninguno de sus amigos, es decir un completo aburrimiento, incluso cuando le tocaba en clase con Sally se lo pasaba bien porque aunque no fuese muy habladora se pasaba toda la clase poniendo extrañas muecas según la explicación del profesor y eso a Dana le causaba gracia.
Iba tan concentrada en su mundo que casi no se dio cuenta cuando alguien llamó su atención tocándole el hombre. Dana se dio la vuelta preguntándose quién era hasta que se encontró con un par de ojos tormentosos.
-Oye perdona me podrías decir dónde está el aula de Lengua-preguntó con amabilidad y con una sonrisa, de repente su expresión cambio y pareció acordarse de algo-Ah, por cierto, antes he olvidado presentarme-tendió la mano hacia Dana-Me llamo Jack, Jack Verrel.
Dana le estrecho la mano sorprendida de que fuese suave y no áspera como había esperado.
-Yo soy Dana Tronlen-se presento ella.
Jack hizo una mueca de extrañeza pero no dijo nada.
-En cuanto al aula de Lengua-dijo Dana recordando el motivo por el cual se había acercado a ella-Puedes venir conmigo yo también tengo esa clase.
-Está bien-aceptó Jack sonriendo nuevamente de manera insinuante.
Cosa que hizo que Dana se acordase se sus pensamientos sobre él durante la clase. Y hecho andar sin cerciorarse de si el chico la seguía o no por ella se podía patear todo el instituto hasta que encontrase el aula de Lengua pero su amabilidad no se lo permitía, y en algunas ocasiones la hacía realizar actos estúpidos tales como el que estaba realizando ayudando a un chico estúpido al que se había dedicado a poner verde durante la clase de Biología, pero sus dudas se disiparon cuando se coloco a su misma altura.
Había un incomodo silencio que Dana intentó romper
-¿Te gusta el instituto?-preguntó Dana intentando ser amable con él.
-Solo llevo aquí una hora-contestó el sonriendo- no he tenido lo que se dice mucho tiempo para dar una vuelta por los alrededores del instituto.
-Es verdad, lo había olvidado-dijo Dana sintiéndose por un momento estúpida.
-Aunque tú podrías enseñármelo-propuso Jack colocándose más cerca de Dana.
-¿El qué?-cuestionó la chica sin saber a qué se refería.
-El instituto-respondió él acentuando su sonrisa-podríamos ir a dar un paseo para que me enseñes el lugar.
Dana abrió los ojos pensando en cien mil maneras de matar al rubio sin que nadie encontrase el cadáver.
-En tus sueños chaval-replicó Dana dejando su amabilidad a un lado y dedicándole una mirada envenenada.
La chica aceleró el paso dejando por un momento a Jack atrás.
-¿Te molesto?-inquirió Jack con una nota divertida en la voz.
Dana se sorprendió ante la directa pregunta.
-En absoluto-negó ella, mintiendo. Si que le molestaba, odiaba a esa clase de chicos que se creían que todas las chicas debían estar a sus pies solo por el hecho de contar con una cara que se podría asemejar con la de un ángel.
-Ya lo suponía-dijo Jack poniendo los brazos por detrás de la cabeza.
Dana le miro no comprendiendo lo que había dicho.
-¿Cómo?-preguntó la chica observándole el rostro sonde descansaba una sonrisa presuntuosa.
-Pues eso que no hay ser humano en esta Tierra que no aprecie mi compañía-presumió él.
Y Dana se sorprendió de que el ego no le hiciese estallar.
-Qué pena que yo sea de Venus-comentó la muchacha con sarcasmo-Quizás sea es la razón de porque me molestas.
El muchacho se sorprendió por la ingeniosa contestación pero no iba a permitir que le ganase en su propio juego.
-Se que tus intentos de indiferencia no son más que las ganas que tienes de que te preste atención-afirmó Jack con una gran sonrisa.
Dana se paro delante del aula de Lengua y respondió al ataque del rubio.
-Tú no sabes nada de mí-dijo la chica mirando a su compañero, segura de sus palabras.
Jack la miro a los ojos con esas dos tormentas que la hacían estremecerse y la dejo sin habla.
-Se mucho mas de ti de lo que tú piensas Dana Webster.
E ingreso en el aula dejando a una Dana muy sorprendida de que supiese su pasado apellido. No le había contado a nadie que anteriormente tenía otros padres que no eran los Tronlen y que estos no eran sus padres biológicos.
Entro al aula con la boca ligeramente abierta y con expresión ausente se sentó en su sitio en una de las mesas delanteras a la clase. Estuvo la mitad de la clase con ese pensamiento hasta que se mareo y la cabeza le empezó a doler a horrores, se masajeó las sienes con los dedos pero no paraba de sentir la punzante presión entra las cejas haciéndole imposible pensar y lanzando punzadas de dolor a su cráneo el cual sentía a punto de estallar.
Una mueca de dolor cruzo por sus facciones.
Y el profesor pareció verla porque se aproximo a su mesa.
-Dana ¿Te encuentras bien?-preguntó el hombre con tono preocupado
-No-contestó esta, en otro tipo de situación hubiese dicho que si y se habría quedado pero necesitaba irse, se empezaba a encontrar realmente mal y su mundo se volvía borroso por momentos-¿Puedo ir a la enfermería?
-Por supuesto-afirmó el profesor.
Dana se levanto apoyándose en su mesa para mantener el equilibrio. Intentó ir con seguridad hacia la salida pero justo antes de llegar a esta todo se nubló y su cuerpo cayó en el duro suelo pero ella no lo sintió porque para cuando se hubo dado el golpe ya estaba inconsciente.

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