El pasado siempre vuelve
6 años después
Se cepillo el
pelo con extrema delicadeza intentando deshacer los nudos que se le formaban
por la mañana y se aproximo al armario para coger uno vaqueros oscuros y una
camiseta de color blanco de manga larga con encajes. Sacó los botines marrones
del zapatero y justo cuando estaba a punto de atárselos empezó a sonar su
móvil. Levantó la mano y tanteo la mesilla de noche hasta que lo encontró y le
dio al botón de descolgar sin mirar quien era.
-¿Diga?-habló
Dana.
-¡Venga, baja
ya te estamos esperando!-gritó Less, su mejor amiga desde hacía cinco años al
otro lado de la línea.
Dana alejó el
teléfono de su oreja al oír semejante chillido.
Volvió a
acercarlo cuando supuso que había terminado de gritar.
-Ya bajo, dame
un minuto-dijo Dana colgando el teléfono, sin darle tempo a su amiga para
contestar con otro chillido.
Se terminó de
atar los cordones, cogió su mochila y corrió escaleras abajo.
Pasó al lado
de la cocina donde estaba Melissa tomando el desayuno preparado por Denia la
cocinera y asistenta de la casa.
Melissa la
llamo en cuanto la vio pasar como alma que lleva el diablo.
-Dana
La susodicha paró
en seco y dio marcha atrás yendo a la cocina.
-¿Qué pasa, mama?-pregunto
mirando a los ojos a la que ahora era su madre desde hacía seis años, no había
cambiado mucho, pero su cara comenzaba a tener algunas arrugas casi
imperceptibles para alguien que no la conociera, y sus ojos seguían siendo
igual de cálidos que cuando los había visto por primera vez en aquella
comisaria.
-No has
desayunado-apuntó Melissa interrumpiendo los recuerdo de la muchacha.
-Es que no me
da tiempo-se excuso Dana, aproximándose a la puerta.
Melissa
suspiro con fuerza.
-Al menos
comete una tostada-dijo su madre con tono autoritario.
-Está
bien-aceptó Dana cogiendo una tostada de melocotón del plato que tenía en
frente.
Se acerco a su
madre y le dio un beso en la mejilla.
-Adiós, mama
-Adiós, cariño
Cogió la
chaqueta.
Y la chica de
casi dieciséis años salió corriendo hacia la calle pasando por el camino de
baldosas que cruzaba el cuidado jardín de Melissa el cual mimaba y cuidaba.
Todas las mañanas nada mas despertarse le gustaba hacerlo y regarlo ella misma
odiaba hacerlo con aspersores, decía que de la forma en la que ella lo hacia
las plantas crecían mejor. Dana no sabía si eso era verdad pero el jardín
estaba esplendido.
Vio el
llamativo descapotable rojo de Less y se aproximo a él donde sus amigos la
esperaban ansiosos. Dana se subió en el asiento del copiloto. Miro hacia atrás
y saludo a Sally y a Will que habían sido sus amigos desde los once años.
Sally era una
chica pelirroja con ojos color miel, algo tímida y de cuerpo algo rechoncho
pero no gordo. Era de ese tipo de amigas que a veces parece que no se encuentra
presente en una conversación pero cuando la necesitabas para algo era siempre
la primera en la lista,
Will en cambio
era moreno y de ojos verdes y al contrario que su hermana no era tímido para
nada. Aunque fuesen mellizos su parecido
era nulo pues aparte de lo antes nombrado Will era muy delgado y era de los
típicos que no pueden parar de hablar nunca. Lo único que compartían era su
compromiso referente a sus amigos.
-Hola,
chicos-saludó Dana a los hermanos con una sonrisa.
-Hola-respondieron
a la vez.
Dana se giro
para mirar a Less que había comenzado a conducir.
Less era rubia
de ese color que se asemejaba al sol y de ojos marrones. Parecía una copia de
esas chicas que salían en las películas, la típica rubia despampanante que dirigía
al instituto a su antojo pero en realidad no era mala persona.
-¿Por qué has
tardado tanto?-pregunto la rubia mientras
se colocaba un mechón de pelo por detrás de la oreja.
-Me he quedado
dormida-respondió Dana dirigiendo su vista hacia el paisaje por el que pasaban.
Todo era verde
ya que sus padres vivian a las afueras de la ciudad porque según ellos se
vive más tranquilo. Su casa estaba justa al lado del bosque donde iba cuando
necesitaba pensar o tranquilizarse. Su padre le había construido una pequeña
cabaña con una cama, una radio y un grifo. No era muy grande pero a ella le
gustaba porque era suyo y un lugar donde se sentía a gusto y segura.
-¿Sabéis de lo
que me enterado?-habló Less, rompiendo el silencio en el que se había visto
instalado el coche.
-¿Qué
pasa?-preguntó Will con curiosidad contenida, inclinándose hacia delante.
Less se calló
por un momento para dar más peso a la información que estaba a punto e
compartir.
-Hoy viene un
chico nuevo al instituto-reveló por fin con una sonrisa radiante.
Will habló,
diciendo en voz alta lo que Sally y Dana estaban pensando.
-¿Eso es
todo?-dijo el moreno, decepcionado.
Less dejó de sonreír
y apartó la mirada de la carretera girándose por un momento a Will para dedicarle
una mirada asesina. Este simplemente se encogió de hombros y se volvió a apoyar
en el respaldo de su asiento.
-Pues la
próxima vez que sepa algo que vosotros no-dijo Less mirando con enfado el
asfalto-Me lo guardare para mí misma.
-Si es para
decir cosas como esa-habló Will mirando hacia un lado y con los brazos cruzados
sobre el pecho-Te agradeceríamos que no lo dijeras, más que nada para que
ahorres saliva-le puso una mano en el hombro a Less desde el asiento de
atrás-sabes que solo me preocupo por ti.
-Si,
claro-replicó Less, sarcástica.
-Bueno-intervino
Sally, quitándole la posibilidad a Will de contestar-Vamos a dejar este tema-sonrió
de forma encantadora-Hablemos de otra cosa.
Parecía que
alguien había revivido a Will porque esa frase hizo que se incorporara en el
asiento y apoyara los brazos en el respaldo de Dana.
-Es
verdad-convino Will-hablemos del novio de Dana.
Dana se dio la
vuelta soltando en el proceso un largo suspiro, para luego dirigirle una mirada
asesina a Will y una de sus sonrisas mas falsas, con intención de que él lo
notara.
-Peter no es
mi novio-afirmó Dana con cansancio-Es un chico con un problema lingüístico que
no conoce el significado de la palabra: no. Aunque se la repitas cinco veces.
-¿Te ha pedido
salir cinco veces?-preguntó Sally, impresionada por la constante insistencia
del chico.
-Si-respondió
Dana rodando los ojos-Y cada vez que lo hace me suelta un rollo del por qué
deberíamos estar juntos.
-¿Y qué te
dice?-cuestiono esta vez Will con una sonrisa divertida.
Dana movió la
mano quitándole importancia al asunto.
-Dice cosas
como que es nuestro destino, que no se rendirá y que soy suya.-dijo Dana
dándose la vuelta en su asiento-Traduciendo al español: tonterías.
Will soltó una
carcajada y Less lo siguió pero la suya era mucho más delicada, al igual que
ella.
-Lo tienes
cazado, Dana-dijo Less tamborileando con los dedos en volante.
-A mi no me
hace gracia-afirmó Dana queriendo parecer enfadada pero fallando totalmente al escapársele una
sonrisa.
-Peter no está
mal-opinó Will llamando la atención de todos los integrantes del vehículo los
cuales se quedaron mirando a Will, todos menos Less que solamente se dedicó a
fruncir el ceño mientras seguía con la vista en la carretera.
-¿Te
gusta?-preguntó Dana sin poder creérselo.
-No me miréis como
si os sorprendiera que me gustase-se defendió Will levantando las manos-Salí
del armario hace casi un año-sonrió con aires de suficiencia- Además no me
gusta, solo pienso que tiene un buen culo.
El coche
estalló en carcajadas antes de que Dana recuperase la compostura.
-Pues si lo
quieres te lo regalo-ofreció Dana sonriendo a Will.
-No
gracias-rechazó el chico devolviéndole la sonrisa- Ya tengo bastante con mi
bonito trasero, no necesito el de tu novio.
Dana gruñó y
apoyó la cabeza en el respaldo.
-¡Peter Gale
no es mi novio!-gritó la chica-¡Y nunca lo será!
Will rió con
ganas y luego el coche se instaló en un cómodo silencio hasta que llegaron al
instituto situado al otro lado del pueblo. Este contaba con tres edificios: el
gimnasio, la cafetería y el edificio principal donde daban clase.
La cafetería era
como una especie de caseta vieja que debía haber sido restaurada hace mucho
tiempo pero el poco presupuesto con el que contaba el instituto no les permitía
tener un lugar mínimamente decente para comer. Will creía sólidamente en la
posibilidad de que algún día se cayese sobre sus cabezas, matando a todo al que
no tenía por así decirlo mucho afecto, pero Dana sabía que en realidad Will no sería
capaz de hacer daño si quiera a una mosca.
El gimnasio
era una especie de edificio pequeño que constaba de cuatro paredes pintadas de
un verde botella horrible al ojo humano según Less, aunque claro a ella todo lo
que no fuese de color rosa le parecía una monstruosidad, estas estaban
coronadas por un techo abovedado de un color blanco marfil que hacía que los pájaros
chocaran contra el no siendo la primera vez de que a algún desgraciado que
pasase por allí le cayese encima el aturdido animal o en un mejor caso algún que
otro excremento de paloma.
Y por último
el edificio principal no era muy grande en comparación a otros institutos pero
para un pueblo pequeño no se necesitaba más. Era de color gris pálido, algo que
deprimía a Dana nada más entrar en el avisándole de lo bueno que sería el día.
En la fachada había repartidas diferentes ventanas, todas cerradas a causa del
frio y en la entrada una puerta roja y brillante te daba la bienvenida a un
nuevo día lectivo.
Los cuatro
amigos se bajaron del coche y fueron hacia la entrada donde se arremolinaban
los otros alumnos para ingresar en el edificio. Cuando consiguieron entrar cada
uno se dirigió a su clase. Dana y Will fueron a la clase que compartían a
primera hora: Biología. Subieron las escaleras hacia el tercer piso donde les
aguardaba su aula. Los dos amigos estaban rodeados por un silencio incomodo.
-¿No estarás
enfadada conmigo, verdad Dana?-preguntó Will con un matiz de culpabilidad en la
voz.
Dana giró la
cabeza mirando al moreno.
-No-negó ella
moviendo la cabeza- No puedo enfadarme contigo me resulta imposible.
Will sonrió, le pasó un brazo por los hombros y la apretó contra él.
-Así me
gusta-dijo Will-el único que puede meterse contigo soy yo cualquier otra
persona recibirá una patada en el culo de mi parte.
-Ya lo sé-afirmó
Dana creyendo capaz al moreno de realizar lo que le había dicho.
Llegaron los
primeros y se sentaron cada uno en su asiento correspondiente. Dana estaba la
cuarta de la fila al lado de la ventana y Will en la fila de la pared el último
de esta. Sonó la campana y los otros alumnos entraron en estampida dejando a la
profesora la ultima en ingresar al aula.
-Buenos días,
chicos-dijo la Sra. Esller, la profesora de biología.
Esta se
aproximó a su mesa a paso lento,
intentando menar con gracia sus caderas, aunque lo único que conseguía era las
risillas bajas por parte de los alumnos. Justo cuando estaba apuntó de apoyar
las enormes posaderas en la silla alguien llamó a la puerta dejando a la
profesora en una postura parecida a la que se utiliza en la defecación para
luego incorporarse de nuevo alisarse la falda e intento realizar, sin éxito el contoneo
de caderas. Agarró el pomo dorado de la puerta y estuvo punto de estrellar su
nariz contra esta olvidando que la puerta se abría hacia dentro, provocando nuevamente
la risa de los alumnos, esta vez con algo más de volumen.
Al otro lado
del umbral había un chico de pelo rubio algo rizado, con unos ojos del color de
la tormenta más oscura, eran de un color azul electrizante que parecía que
lanzarte una descarga cada vez que los mirabas. Su vestuario era sencillo unos
vaqueros desgastados, una camiseta gris, una chaqueta negra y unos zapatos que
combinaban con esta, pero no eso no hacía que pareciese menos atractivo, al
contrario, hacia que lo encontraras más natural, dándole el típico aspecto de
chico malo.
Dana al ver al
guapo chico abrió sus plateados ojos y se sonrojo de forma involuntaria. El
rubio entro por la puerta con una sonrisa presuntuosa sabiendo las sensaciones
que creaba en el género femenino y a Will.
-Ud. Debe ser
el chico nuevo-supuso la Sra. Esller mirando al chico.
-Si-confirmó
el con algo de indiferencia, sus electrizantes ojos viajaron por el aula hasta
detenerse en Dana que se sonrojo al instante. El chico le dedico una sonrisa
insinuante que hizo que la muchacha bajara la mirada avergonzada.
-¿Cuál es su
nombre?-preguntó la profesora cogiendo la lista de los alumnos.
-Jack
Verrel-contestó el chico esta vez mirando a la vieja profesora que buscaba su
nombre en la hoja.
-Ah, sí, aquí
esta-exclamó señalando el papel la Sra. Esller.
Jack puso los
ojos en blanco pensando que el entusiasmo de la mujer era demasiado.
-Siéntese allí
Sr. Verrel-dijo la profesora señalando el sitio al lado de Dana.
Esta se tensó
al instante y se dedico a mirar el cuaderno cerrado que tenía en la mesa. Oyó
unos pasos que se aproximaban al asiento de su lado y se detenían para
sentarse. Dana por puro instinto subió la vista para ver quién era aunque ya lo
sabía.
Jack la estaba
mirando con una sonrisa divertida en los labios.
Pero la chica
esta vez no aparto la vista, sabia como eran esos chicos, si les dejas que vean
que te pueden dominar te convierten en su marioneta y por ello se mantuvo firme
sin permitir que la tormenta de sus ojos la empapara.
Jack se
sorprendió mas no aparto la mirada, no podía permitir que la chica viese que
aguantarle la mirada a sus ojos brillantes como perlas le resultaba algo difícil.
Dana le sonrió de manera amistosa.
Y el chico al
que iba dirigida giró la cabeza mirando al frente de la clase haciendo como que
en realidad le interesaba lo que estaba diciendo la vieja profesora la cual
estaba en la pizarra señalando conceptos que nadie escuchaba, algo relacionado
con la tectónica de placas. Dana hizo lo mismo frunciendo el ceño con confusión
hasta que lo entendió ``Ya veo´´ pensó ``Quiere hacerse el interesante´´ la
muchacha se preguntó si los chicos aun creían que ese truco funcionaba, puede
que sí con otras pero no con ella.
Miró a la
pizarra con enfado.
``Todos son
iguales´´ eso era lo que pasaba por la mente de la chica de ojos plateados.
La clase transcurrió
a un ritmo tortuosamente lento y por eso cuando el timbre sonó indicando el
final de esta todos soltaron un suspiro de alivio, cogieron su cosas y salieron
con rapidez del aula hacia su siguiente clase.
Dana salió de las
últimas, se despidió de Will con un beso en la mejilla y se dirigió a su
siguiente clase, la cual no compartía con ninguno de sus amigos, es decir un
completo aburrimiento, incluso cuando le tocaba en clase con Sally se lo pasaba
bien porque aunque no fuese muy habladora se pasaba toda la clase poniendo extrañas
muecas según la explicación del profesor y eso a Dana le causaba gracia.
Iba tan
concentrada en su mundo que casi no se dio cuenta cuando alguien llamó su
atención tocándole el hombre. Dana se dio la vuelta preguntándose quién era
hasta que se encontró con un par de ojos tormentosos.
-Oye perdona
me podrías decir dónde está el aula de Lengua-preguntó con amabilidad y con una
sonrisa, de repente su expresión cambio y pareció acordarse de algo-Ah, por
cierto, antes he olvidado presentarme-tendió la mano hacia Dana-Me llamo Jack,
Jack Verrel.
Dana le
estrecho la mano sorprendida de que fuese suave y no áspera como había
esperado.
-Yo soy Dana
Tronlen-se presento ella.
Jack hizo una
mueca de extrañeza pero no dijo nada.
-En cuanto al
aula de Lengua-dijo Dana recordando el motivo por el cual se había acercado a
ella-Puedes venir conmigo yo también tengo esa clase.
-Está
bien-aceptó Jack sonriendo nuevamente de manera insinuante.
Cosa que hizo
que Dana se acordase se sus pensamientos sobre él durante la clase. Y hecho
andar sin cerciorarse de si el chico la seguía o no por ella se podía patear
todo el instituto hasta que encontrase el aula de Lengua pero su amabilidad no
se lo permitía, y en algunas ocasiones la hacía realizar actos estúpidos tales
como el que estaba realizando ayudando a un chico estúpido al que se había dedicado
a poner verde durante la clase de Biología, pero sus dudas se disiparon cuando
se coloco a su misma altura.
Había un
incomodo silencio que Dana intentó romper
-¿Te gusta el
instituto?-preguntó Dana intentando ser amable con él.
-Solo llevo aquí
una hora-contestó el sonriendo- no he tenido lo que se dice mucho tiempo para dar
una vuelta por los alrededores del instituto.
-Es verdad, lo
había olvidado-dijo Dana sintiéndose por un momento estúpida.
-Aunque tú podrías
enseñármelo-propuso Jack colocándose más cerca de Dana.
-¿El qué?-cuestionó
la chica sin saber a qué se refería.
-El
instituto-respondió él acentuando su sonrisa-podríamos ir a dar un paseo para
que me enseñes el lugar.
Dana abrió los
ojos pensando en cien mil maneras de matar al rubio sin que nadie encontrase el
cadáver.
-En tus sueños
chaval-replicó Dana dejando su amabilidad a un lado y dedicándole una mirada
envenenada.
La chica
aceleró el paso dejando por un momento a Jack atrás.
-¿Te molesto?-inquirió
Jack con una nota divertida en la voz.
Dana se sorprendió
ante la directa pregunta.
-En
absoluto-negó ella, mintiendo. Si que le molestaba, odiaba a esa clase de
chicos que se creían que todas las chicas debían estar a sus pies solo por el
hecho de contar con una cara que se podría asemejar con la de un ángel.
-Ya lo
suponía-dijo Jack poniendo los brazos por detrás de la cabeza.
Dana le miro
no comprendiendo lo que había dicho.
-¿Cómo?-preguntó
la chica observándole el rostro sonde descansaba una sonrisa presuntuosa.
-Pues eso que
no hay ser humano en esta Tierra que no aprecie mi compañía-presumió él.
Y Dana se
sorprendió de que el ego no le hiciese estallar.
-Qué pena que
yo sea de Venus-comentó la muchacha con sarcasmo-Quizás sea es la razón de
porque me molestas.
El muchacho se
sorprendió por la ingeniosa contestación pero no iba a permitir que le ganase
en su propio juego.
-Se que tus
intentos de indiferencia no son más que las ganas que tienes de que te preste
atención-afirmó Jack con una gran sonrisa.
Dana se paro
delante del aula de Lengua y respondió al ataque del rubio.
-Tú no sabes
nada de mí-dijo la chica mirando a su compañero, segura de sus palabras.
Jack la miro a
los ojos con esas dos tormentas que la hacían estremecerse y la dejo sin habla.
-Se mucho mas
de ti de lo que tú piensas Dana Webster.
E ingreso en
el aula dejando a una Dana muy sorprendida de que supiese su pasado apellido. No
le había contado a nadie que anteriormente tenía otros padres que no eran los
Tronlen y que estos no eran sus padres biológicos.
Entro al aula
con la boca ligeramente abierta y con expresión ausente se sentó en su sitio en
una de las mesas delanteras a la clase. Estuvo la mitad de la clase con ese
pensamiento hasta que se mareo y la cabeza le empezó a doler a horrores, se masajeó las sienes con los dedos pero no paraba de sentir la punzante presión entra las
cejas haciéndole imposible pensar y lanzando punzadas de dolor a su cráneo el
cual sentía a punto de estallar.
Una mueca de
dolor cruzo por sus facciones.
Y el profesor
pareció verla porque se aproximo a su mesa.
-Dana ¿Te encuentras
bien?-preguntó el hombre con tono preocupado
-No-contestó
esta, en otro tipo de situación hubiese dicho que si y se habría quedado pero
necesitaba irse, se empezaba a encontrar realmente mal y su mundo se volvía
borroso por momentos-¿Puedo ir a la enfermería?
-Por
supuesto-afirmó el profesor.
Dana se levanto
apoyándose en su mesa para mantener el equilibrio. Intentó ir con seguridad
hacia la salida pero justo antes de llegar a esta todo se nubló y su cuerpo
cayó en el duro suelo pero ella no lo sintió porque para cuando se hubo dado el
golpe ya estaba inconsciente.
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