miércoles, 13 de noviembre de 2013

Capítulo 3 de No confíes: Cosas claras

Ya ha llegado el capítulo tres espero que os guste como continue la historia y os agradeceria que me dejaseis vuestra opinion en nuestro ask o en en comentarios, os aseguro que las leere todas e intentare haceros caso, o incluso si quereis preguntarme alguna cosa sobre ella. Adios nefilims lectores



Cosas claras
Abrió los ojos con el techo blanco de la enfermería dándole la bienvenida a la consciencia y se irguió en la cama sobre la que estaba.
Y al hacerlo se encontró con un par de ojos marrones que la miraban con preocupación.
Su madre se acercó a ella cogiéndole la mano.
-¿Cómo te encuentras?-preguntó Melissa
-¿Qué ha pasado?-respondió Dana con otra pregunta.
-Te has desmayado-informo su madre-La enfermera dice que debe haber sido una bajada de azúcar.
Dana se extraño nunca se había desmayado hasta ahora.
-Venga, ahora nos vamos a casa-ordenó la Sra. Tronlen mientras cogía su bolso que había dejado en una silla al lado de la ventana abierta que hacía que corriese el aire a través de la sala y que no se hiciese tan pesado.
De repente fue como si algo se accionase en su cabeza y recordó todo lo que había pasado.
Se tenso inmediatamente y su estomago empezó a sentir síntomas de nerviosismo. Tenía que hablar con Jack allí nadie sabía lo que había sucedido antes de que llegase a ese pequeño pueblo y no iba a permitir que un rubiales le arruinase lo que se había esforzado en reconstruir a lo largo de los años: una vida.
-No mama por favor déjame quedarme ya estoy bien-afirmo Dana intentando ponerse de pie para corroborar su palabras. Pero al parecer la suerte ese día no estaba de su lado y pasar tanto tiempo tumbada para luego levantarse de golpe le pasó factura y tubo que sujetarse a la cama para no caerse.
Levanto la cabeza para mirar a su madre y darse cuenta que lo que acababa de hacer haría que se fuese directamente a casa.
Melissa no se molesto en discutir y sin decir nada cogió la chaqueta de Dana y se la tendió a esta para que se la pusiese.
Dana lanzo un largo suspiro al aire de la enfermería y se puso la chaqueta en silencio sabiendo que intentar persuadir a su madre para que la dejase quedarse seria gastar saliva en vano.

Se subió al asiento del copiloto y cerró la puerta con un estridente portazo mientras su madre subía al que se encontraba a su lado al entrar miro a Dana con cierta preocupación reflejada en sus ojos marrones como el café.
-Dana, cariño ¿Te encuentras bien?
Esta a escuchar el tono compungido de su madre se sintió mal por haberse comportado así y se recordó a si misma que Melissa no tenía la culpa y que solo se preocupaba por su bienestar.
-Sí, mama- afirmo Dana con voz suave arrepentida de  su anterior comportamiento.
-¿Te pasa algo? Te veo preocupada-dijo Melissa mirando a Dana alternado la vista en la carretera.
La muchacha negó con la cabeza concentrando su vista en la carretera por donde transitaban solo ellas y algún que otro coche mas.
Hicieron el camino en silencio con el suave suspiro de la calefacción como único acompañante.

Cuando llego a casa lo primero que hizo fue correr escaleras arriba con un chocolate caliente en la mano. Sentía el cuerpo agarrotado por el frio pero ella sabia la solución un buen maratón de MTV la tranquilizaría y la bebida le quitaría la sensación de congelación en los dedos de los pies.
Se coloco en el sillón que tenía delante de la televisión se hecho una manta por encima y encendió el aparato.
El programa que estaban echando no le gustaba mucho pero a esta hora en cualquier otro canal habría dibujos animados a sí que se acomodo más en el blando mueble y se empezó a tomar el chocolate.
El liquido se deslizo por sus labios transmitiéndole el calor que le faltaba a su cuerpo en ese momento y se estremeció de placer eso era vida sentir como el liquido bajaba por su garganta calentando todo a su paso.
Se lo termino en silencio y al hacerlo una pesadez se apodero de sus parpados que se cerraban por momentos pero se obligo a volver a abrirlos recordando que tenía que pensar en lo que le iba a decir a Jack al día siguiente ¿Sería mejor amenazarle o intentar persuadirle de que no dijese nada siendo amable? Lo de amenazarle lo descarto nada mas pensarlo si llegara a hacer eso el chico se reiría en su cara a sí que se decanto por la segunda opción. No podía permitir que todo se echase a perder por ese chico de ojos tormentosos que sabia más de lo que debía.
Si este llegaba a abrir la boca todos se comportarían de forma extraña con ella con mas amabilidad de la debida y eso la haría sentir incomoda y débil y no quería eso.
Sin poderlo resistir dejo de luchar contra el sueño que la envolvía y se dejo ganar por él.

Se despertó una hora más tarde con el cuerpo entumecido y un pequeño dolor de cuello debido a la mala postura con la que se había dormido.
Ya no tenía frio y su intenso dolor de cabeza había menguado hasta quedarse en una pequeña molestia punzante en la sien pero aparte de eso se encontraba bien.
Se levanto del sofá tirando la manta que tenia encima al hacerlo se agacho para recogerla y justo cuando iba a erguirse un rápido movimiento al otro lado de la ventana le llamo la atención. Se acerco a esta con paso lento y precavido por si tenía que echar a correr en cualquier momento. Poso la mano en la ventana que en ese momento se podía comparar con una lámina de hielo tan fría que a Dana se le pegaron los dedos por un momento. La abrió y una ráfaga de viento le golpeo la cara obligándola a cerrar los ojos cuando volvió a abrirlos se asomo descubriendo al causante de su exaltación.
Era una pequeña ardilla que la miraba con unos grandes y brillantes ojos negros. Estaba en la rama del árbol que se encontraba al lado de su habitación.
Dana la miro y soltó un suspiro tembloroso, aliviada, nunca se había sentido tan contenta de ver a una ardilla.
-Que susto me has dado pequeña-habló la muchacha al animalito que inclino levemente la cabeza hacia un lado.
Dana se llevó la mano a la cabeza sobándose la parte donde le había salido un pequeño chichón por el golpe.
-¿Qué hago hablando con una ardilla?-se preguntó en voz alta, la ardilla debió pensar lo mismo porque corrió a través de la rama hacia el tronco del árbol donde se perdió en la oscuridad. Un momento ¿Oscuridad? ¿Cuanto había dormido? Probablemente unas ocho horas, seguro que esa noche no dormiría.
Tirito un poco por la insistente gélida brisa que se cernía sobre ella y por ello decidió cerrar la ventana volviendo a la calidez de su habitación que la acogió otra vez.
Se acerco al armario que había al otro lado. Era de madera un color algo rojizo y bastante grande. Lo abrió y pesco del fondo de este su pijama morado, el más calentito que tenia y una muda de ropa interior limpia. Volvió a cerrar las puertas y se volvió para mirar su habitación, menos mal que la había recogido ayer se dijo Dana sino tendría que hacerlo ahora y no se encontraba ni con fuerzas ni con ganas de hacerlo. Lo único que le apetecía en ese momento era darse un baño caliente.
Ingreso en su baño personal que contaba con un retrete una bañera y un lavabo todo ello de un color marfil brillante. La pared estaba recubierta de azulejos azul marino. La propia Dana había elegido el color porque según ella cuando te estás bañando y solo tienes encendida la pequeña luz al lado de la bañera parece que estas mirando el cielo nocturno en una noche despejada y cuando cierras los ojos puedes sentir incluso la suave brisa de la oscuridad que te susurra secretos jamás contados y hace que un estremecimiento te recorra desde la punta de los pies hasta el último pelo de la cabeza.
Abrió el grifo para que el agua se fuese calentando y se desprendió de su ropa sintiendo de repente mucho frio.
Se metió en el agua y su cuerpo sintió el cambio de temperatura, sus músculos antes rígidos y agarrotados se fueron relajando conforme pasaba más tiempo dentro y se iba hundiendo cada vez más en el líquido tranparente que la rodeaba. Y sus parpados se cerraron para ser más consciente de sus propios pensamientos.
En realidad lo de Jack no era un problema se dijo Dana solo tenía que pedirle de manera amable que no dijese nada y ya está asunto zanjado o eso pensaba claro esta de todas manera prefería escribir un dialogo que seguir, si eso haría en cuanto saliese del paraíso en el que se encontraba siempre que se metía en el agua se sentía viva esa era la razón por la que iba a natación por lo menos dos veces a la semana pero eso hacia unos meses que no sucedía por una lesión en el tobillo derecho que la había mantenido apartada de las piscinas durante dos meses. Cuando estaba allí se sentía invencible  y a salvo. Eso era lo que le hacía falta una buen a sesión de natación para acabar con todos sus problemas de una vez por todas.
Con ese pensamiento salió de la bañera y se coloco su albornoz violeta que estaba ligeramente caliente debido al radiador donde lo había dejado Dana. Cuando se hubo secado se coloco la ropa interior para después sin darle la oportunidad al frio de volver a ella ponerse su pijama morado y su zapatillas de estar por casa grises. Hecho la ropa sucia al cesto y bajo las escaleras con su estomago rugiendo como un león enjaulado al que no le han dado de comer en días.
Estuvo a punto de tropezar en el penúltimo escalón a causa de la velocidad a la que los bajaba. La luz de la cocina estaba encendida y por ello decidió acercarse a esta para ver quien se encontraba allí.
Cuando cruzo el umbral el olor de deliciosa comida lleno sus fosas nasales provocando que su hambre aumentase. La mesa estaba llena de alimentos tanto carne como pescado e incluso en el medio había un cesto con diferentes piezas de frutas que por su aspecto podían asemejarse a un cuadro.
Su madre y su padre la miraban cada uno desde su asiento con expresión de alivio este último se levanto y fue hasta Dana para después abrazarla y darle un cariñoso beso en la frente.
-¿Cómo te encuentras?-preguntó Cesler mirándola con esos ojos verdes del color césped mejor cuidado.
-Ya estoy mejor, papá no ha sido para tanto-restó Dana importancia separándose de él para sentarse en su sitio.
Pero eso no tranquilizo a su protector padre.
-Deberías quedarte en tu habitación-medio sugirió medio ordeno-Y dentro de un rato te subiremos la cena.
Dana suspiró de forma exagerada por la importancia que le daba su padre al hecho de que se hubiese desmayado. Su madre le había echado en cara que había sido por no desayunar nada más que una triste tostada pero la chica tenía otra teoría, lo que le había dicho Jack la había sorprendido tanto que en un principio no había sabido manejarlo y se había puesto tan nerviosa lo cual había provocado que perdiese el conocimiento.
Pero su padre estaba exagerando no se había roto una pierna o un brazo, solo se había desmayado y aunque no pudiese explicarle lo que bajo su punto de vista había pasado tampoco quería que la tratasen como una invalida por una tontería como esa.
-En serio, papá no es necesario me encuentro perfectamente-afirmó Dana con una de sus mejores sonrisas-Es más, mañana voy a ir a la piscina.
El golpe del metal golpeando cerámica hizo que la muchacha levantase la mirada hacia su padre al cual se le había caído el tenedor que ahora reposaba en el plato tambaleándose todavía sobre este por la reciente caída.
-¿Ah sí?-preguntó su padre con una sonrisa temblorosa en los labios.
-Si-contestó Dana- He pensado que como mi tobillo ya está curado podría volver a nadar.
-A mi me parece bien-opinó su madre en ese momento mostrando una sonrisa en los labios.
Cesler le lanzó una mirada a Melissa.
-A mi también-admitió su padre limpiándose los restos de salsa de la boca con la servilleta para luego dejarla a un lado del plato en un movimiento suave y elegante-Solo me ha sorprendido.
La cena continuo tranquila con algún que otro comentario por parte de su padre sobre su salud. Dana dejó su plato y cubiertos encima de la encimera, se despidió con un beso de sus padres y subió las escaleras con lentitud y cansancio. Llegó a su habitación y vio que la luz de su móvil estaba parpadeando. Se acercó hasta él y lo desbloqueo viendo que tenía un mensaje de Less:
¿Cómo te encuentras? Ya me he enterado de lo que te ha pasado espero que ya estés bien. Peter ha preguntado por ti, otra vez. Ese chico no se cansa de que le rechaces una y otra vez, por cierto hablando de chicos ha venido el nuevo que esta como un queso. Bueno te veo mañana en el insti :D.
P.D: ¡No llegues tarde!
Oh no se dijo Dana en ese momento, mañana le tocaría aguantar al pesado de Peter que al parecer no aceptaba un no por respuesta. Decidió contestar al mensaje de Less:
Mañana será horrible. Ya me encuentro mejor. Y cuanto a lo del chico nuevo ya he tenido el fatal placer de conocerle, tuvimos un pequeño enfrentamiento.
P.D: Yo no llego tarde
Le dio a enviar y abrió su cama notando que las sabanas estaban tan frías como un tempano de hielo. El sonido de Warrior de Demi Lovato inundo la habitación y Dana cogió el móvil para ver el nuevo mensaje de Less.
No te preocupes yo te protegeré de Peter jajaja. Mañana tienes que contarme eso del chico nuevo.
P.D: Si que lo haces :P
Dejó el  móvil en la mesilla después de comprobar que había activado la alarma y se sumió en un sueño profundo.

En el sueño Dana se encontraba en una especie de callejón oscuro las paredes eran de piedra con un tono ligeramente azulado que hacía que se viese más tenebroso. El agua caía encima de ella trayendo consigo un olor a humedad que en otras circunstancias le habría gustado pero en ese momento le apestaba .Al fondo de la calle se podía ver una silueta pero que al estar cubierta por la oscuridad era imposible distinguir su rostro. La persona en cuestión se fue acercando a Dana al mismo tiempo que ella retrocedía. El reflejo de la luna en un charco le permitió ver el rostro de la sombra y se asombro al descubrir quién era.
Jack.
El muchacho le tendió la mano y ella la miro con duda pero sobretodo incertidumbre.
-Ven conmigo Dana-habló el rubio en un tono suave y dulce.
Estaba igual de empapado que ella con una camisa blanca que se le pegaba al pecho y que dejaba ver su tonificado pecho y unos abdominales de hierro. El pantalón era del mismo color pero por suerte este no se transparentaba. Y los rizos mojados le caían por la frente ocultando débilmente su oscura mirada que en ese momento tenía el mismo color que el cielo que tenían encima. Algo en él y en su mirada le hacía confiar en él pero por otra parte también estaba el hecho de que no lo conocía.
Estaba a punto de coger su mano cuando unos pasos provenientes de su espalda la hicieron darse la vuelta. Se dio la vuelta para ver al dueño de estos.
Era Cesler y detrás de él se acercaba Melissa con paso algo más lento. Diez segundos después se encontraba a un lado de su esposo con una expresión indescifrable en el rostro.
-¿Qué haces aquí, Dana?-preguntó Cesler con una voz ronca, rara en él.
La chica le miró frunciendo el ceño como si por un momento no hubiese entendido lo que quería decir, hasta que recordó donde se encontraba. En un callejón, con el agua cayéndole encima y también en una situación que no comprendía en absoluto, pero en sus sueños nada solía tener sentido, y este no era la excepción.
-No lo sé-contestó Dana finalmente después de su pequeña reflexión.
Cesler avanzo unos pasos hacia ella y esta sin saber el por qué retrocedió a su vez, como si no fuera su padre quien se acercaba sino una serpiente que la acechaba esperando abalanzarse hacia su presa y ella se sentía un pequeño ratoncito.
-Ven con nosotros-ordenó Cesler estirando la mano hacia Dana.
La chica miro la extremidad que le tendían y luego subió la mirada para toparse con la de su padre, pero era diferente, sus ojos antes caracterizados por la alegría que emanaban ahora estaban cubiertos por una sombra de oscuridad que les daba un aspecto tenebroso que hizo a sus piernas temblar como si fuesen de gelatina.
-No-negó Dana retrocediendo aun más.
Su padre soltó un gruñido animal que la asustó y la hizo caer hacia atrás en un charco que le salpicó aunque no podía mojarse más de lo que estaba. Unos brazos fuertes la levantaron y la colocaron a su lado. Era Jack.
-No puedes irte con ellos, Dana-habló el de ojos azules, mirándola.
Le volvió a tender la mano con un suave movimiento y antes de que pudiese pensárselo ella se la cogió sintiendo una corriente eléctrica que la hizo suspirar.
Una luz se abrió paso a través de la oscuridad del callejón y lo inundo todo con una luminosidad tan potente que resultaba cegadora a la vista de Dana. Cerró los ojos aun pudiendo ver un rastro de luz a través de sus parpados, cuando este se hubo disipado volvió a abrirlos, descubriéndose así que se encontraba sola en ese, de nuevo, oscuro callejón.
-¡Jack!-llamó Dana-¡Papá! ¡Mamá!
Se hundió más en la calle desierta que la rodeaba, dejando atrás la luz de la luna que la guiaba mínimamente. Andó algo más hasta que un movimiento al fondo la hizo volver hacia atrás.
Era una especie de perro grande y monstruoso con el pelo del lomo erizado y unos colmillos por los que goteaba saliva. Dana soltó un grito ahogado y salió corriendo cuando el perro se abalanzó hacia ella haciéndola golpearse fuertemente contra el húmedo suelo con el animal encima de ella.
La chica pegó otro grito justo cuando el perro abría la mandíbula para atrapar el rostro de la chica en ella.
Pero no llego a hacerlo porque la oscuridad la atrapo, dándole tiempo a ver los ojos del perro.
Eran verdes, de un verde que ya conocía.

Abrió los parpados con tanta fuerza que por un momento pensó que se había quedado sin ellos, respiraba agitadamente y tenía posada una de sus manos en el pecho justo por encima de su desbocado corazón.
Se levantó de la cama y miró la hora en el reloj de la mesilla, solo faltaban quince minutos para que la alarma sonase y por ello y porque no quería volver a ese sueño apagó esta y luego se sentó en la silla que tenía en frente del escritorio, encendió la lamparita y cogió un papel y un bolígrafo.
-Guión-
Escribió al principio de la hoja. Ahora solo tenía que pensar que le iba a decir y como iba a hacerlo. ¿Tendría que ir de dura y amenazarle? No se dijo Dana se reiría de ella en su cara, por favor, a ese chico no podría asustarle ni el mismísimo diablo. Entonces, ¿Sería mejor coquetear con él y convencerle por las buenas? Tampoco no se iba a rebajar de esa forma se regañó mentalmente por sus propios pensamientos contradictorios.
Se colocó el bolígrafo entre los labios y se concentro hasta que una idea llegó a su cabeza como una revelación caída del cielo. Se puso a escribir a toda velocidad sin parar en ningún momento y cuando terminó lo dobló y lo metió en la cartera. Sabía lo que tenía que hacer.

Parecía una acosadora en potencia allí esperando a que Jack saliese de su clase de matemáticas y mientras lo hacia se permitió una última ojeada a su estrategia de ataque. Pescó el maltratado papel del bolsillo trasero de sus vaqueros. Murmuró lo que tenía que decir hasta que los alumnos comenzaron a salir del aula. Sentía un nudo el estomago. Volvió a guardar el papel y se susurró a sí misma unas últimas palabras.
-Clara y directa-se dijo Dana- Clara y directa.
Repitiendo esas dos palabras se acercó al muchacho rubio que en ese momento salía por la puerta, como siempre destacando entre los demás. Le cogió del brazo antes de que pusiese rechistar y lo llevó hasta detrás del gimnasio donde solo se encontraba una pareja dándose el lote que al verlos aparecer se separaron y se fueron de allí no sin antes enviarles una mirada asesina tanto a Jack como a Dana.
-¿Qué sabes?- preguntó la chica sin dejarle hablar todavía.
Jack frunció el ceño y luego le sonrió abiertamente con sus ojos azules brillando.
-Se que el ojo de un avestruz es más grande que su propio cerebro, se que las ovejas no pueden beber agua en movimiento, se…
-No me refería a eso-le cortó Dana de forma brusca- Quiero saber que sabes sobre mí.
Jack lanzó un largo suspiro al aire.
-Se que tienes los ojos plateados, un color muy bonito en mi opinión, pelo castaño claro, guapa, buena estudiante, testadu…
Dana gruñó, frustrada.
-No intentes esquivar la pregunta, Jack-reprendió la chica señalándolo con un dedo acusador golpeando el pecho del chico con el-Quiero que me digas que sabes sobre mi vida pasada.
-Tranquila, tigresa-le cogió el dedo con delicadeza-No tienes que ponerte así, te diré lo que quieras saber.
Dana tiró de su dedo quitándolo de entre los de Jack.
-Para empezar, no me llames así-se quejó Dana.
El chico sonrió aun más.
-¿Qué? ¿Tigresa?-Dana asintió-¿Por qué?
-Simplemente no me gusta, no tiene que haber una razón.
-En ese caso a partir de ahora, te llamas tigresa.
Dana bufó con fuerza, ese chico era imposible, pero por algún tipo de extraña razón le gustaba.
-¿Cómo conoces mi antiguo nombre?
-No sé si lo sabías-dijo Jack- Pero fuiste portada hace seis años en el periódico.
Dana puso los ojos en blanco y una sonrisa forzada.
-Claro que lo se-afirmó la chica-Pero no creo que hayas recordado eso cuando me viste.
-Tienes razón-admitió Jack-Aunque no te voy a decir cómo se todas esas cosas de ti.
El chico se dio la vuelta con la clara intención de irse y acabar con la conversación pero Dana se interpuso en su camino colocándose en frente de él, bastante cerca. Tuvo que levantar la cabeza para mirarle a los ojos ya que le sacaba unos veinte centímetros de altura.
-No puedes dejarme así-dijo Dana-Por favor dime porque sabes todo eso de mi, y lo más importante para que.
Jack la miró por un momento entrecerrando los ojos y frunciendo un poco el ceño, como si estuviese meditando algo de suma importancia.
-No estás preparada-habló al fin, bajando la mirada hasta el suelo arenoso que ocupaba la parte de atrás del gimnasio.
-¿Y cuándo voy a estarlo?-preguntó Dana bajando el tono de voz hasta convertirlo en un susurro.
-Paciencia, tigresa-dijo Jack, acariciando con un rápido movimiento la mejilla de la chica-Prometo contártelo todo cuando llegue el momento.
Dana aparto la mirada dirigiéndola a un costado aunque podía sentir dos tormentas que la miraban fijamente. Permanecieron allí callados hasta que la chica recordó el principal motivo por el cual había llevado allí al chico.
-No se lo digas a nadie-pidió Dana, volviendo a mirar a Jack a los ojos.
El chico movió un poco la cabeza haciendo que sus cortos rizos dorados se agitaran. Y Dana sintió el fuerte impulso de tocarlos pero se contuvo a sabiendas de que no era lo correcto.
-No te preocupes-tranquilizó Jack-No voy a decir nada a nadie.
Dana suspiró y sin querer termino sonriéndole al rubio.
-Gracias
-No hay de que
-Bueno-dijo Dana algo incomoda-será mejor que me vaya con mis amigos antes de que me llamen por megafonía.
No espero la respuesta de Jack y se dio la vuelta alejándose de él.
-Ya que no voy a decir nada-gritó el chico para llamar la atención de Dana-podrías agradecérmelo con un beso-la sonrisa que el Jack le lanzó la hizo estremecer.
Le miro por un momento para ver si hablaba en serio y cuando descubrió que así era levanto la mano derecha enseñándole solo uno de sus dedos.
-Vete a la mierda-dijo Dana yéndose de allí.
-Hasta pronto, tigresa-se despidió Jack con una de sus increíbles sonrisa.
La chica se sonrojo furiosamente mientras cruzaba el camino que separaba el gimnasio de la cafetería donde se encontraban sus amigos, como todos los días. Entró por la puerta con cuatro pares de ojos posados en su persona, fingiendo que eso no la incomodaba se aproximó a su mesa donde Less, Sally,Will y Peter la esperaban. Se sentó en la silla sin decir nada y luego sacó su almuerzo que consistía en una fiambrera con fresas y un zumo de mango, cortesía de Melissa.
-¿Dónde estabas?-preguntó Peter, un muchacho de pelo moreno y ojos negros que estaba obsesionado con Dana.
-No es de tu incumbencia-replicó la de ojos plateados con un brillo verdoso en ellos que dejaban ver que se estaba enfadando con el insistente chico.
-Estaba con Jack-reveló Less mientras que se metía algo de su ensalada en la boca con una perversa sonrisa.-la he visto salir con el del edificio principal.
Dana la miro con rabia ¿Por qué le decía eso?
-¿Quién ese tal Jack?-preguntó Peter pronunciando el nombre con desdén.
-Como ya he dicho antes-habló Dana mientras le daba un mordisco a la punta de su fresa-No es de tu incumbencia.
-Es el chico nuevo-volvió a intervenir Less, lo cual se ganó otra mirada asesina por parte de Dana.
-¿El rubio?
Less asintió con la boca llena de lechuga, tomate y pollo, que había cogido de la cafetería.
-¿Y qué hacías tu con ese tío?
-Esto es la hora del almuerzo-dijo Will, cansado de la cansina insistencia de Peter-no un interrogatorio.
-Gracias, Will-sonrío Dana cogiéndole la mano.
-De nada ,cariño-le apretó la mano a la chica, le gustaba llamarla así porque era su mejor amiga y no permitía que nadie la incomodara y mucho menos el pesado de Peter Gale.-Y además no se qué haces en esta mesa ya que nadie te ha invitado.
-Para tu información-replicó Peter con sobrada chulería-estoy aquí porque mi chica se sienta aquí.
-¡Yo no soy tu chica!-gritó Dana, levantándose de sus silla, llamando la atención de toda la cafetería, incluyendo a cierto chico de ojos azules tormentosos que había entrado sin que la chica se percatase.
Notó como la sangre subía a sus mejillas y se volvió a sentar con la mirada de todos sobre ella.
-Claro que lo eres-afirmó Peter-Y no acepto un no por respuesta.
-Permíteme disentir-dijo Dana-Te he rechazado ya cinco veces ¿Qué te hace pensar que esta vez voy a cambiar de opinión?
-Todos cometemos errores.
-He dicho que no ¿Qué parte es la que no has entendido?
-Estamos destinados a estar juntos. No lo hagas más difícil.
-Peter eres imposible. Déjame en paz de una vez.
-Tío-intervino Will-No me hagas darle una patada a tu bonito trasero, vete ya de aquí y permítenos seguir con nuestras vidas sin ti de por medio.
Peter se levantó de la mesa con un fuerte chirrido y se alejo de allí no sin antes decir.
-Esto no ha acabado-amenazó-No voy a parar de intentarlo.
-Que miedo-se burló Will con una sonrisa.
En ese momento el timbre sonó indicando el final del recreo. Todos se levantaron y se dirigieron a la salida. Dana se encontraba en medio del mogollón cuando sintió una caricia en el cuello que la hizo estremecer y cerrar los ojos hasta que esta hubo terminado.

 Solo había un contacto que la hacía estremecerse. Y el propietario era cierta persona de ojos tormentosos.

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