Ya ha llegado el capítulo tres espero que os guste como continue la historia y os agradeceria que me dejaseis vuestra opinion en nuestro ask o en en comentarios, os aseguro que las leere todas e intentare haceros caso, o incluso si quereis preguntarme alguna cosa sobre ella. Adios nefilims lectores
Cosas claras
Abrió los ojos
con el techo blanco de la enfermería dándole la bienvenida a la consciencia y
se irguió en la cama sobre la que estaba.
Y al hacerlo
se encontró con un par de ojos marrones que la miraban con preocupación.
Su madre se
acercó a ella cogiéndole la mano.
-¿Cómo te
encuentras?-preguntó Melissa
-¿Qué ha
pasado?-respondió Dana con otra pregunta.
-Te has
desmayado-informo su madre-La enfermera dice que debe haber sido una bajada de
azúcar.
Dana se
extraño nunca se había desmayado hasta ahora.
-Venga, ahora
nos vamos a casa-ordenó la Sra. Tronlen mientras cogía su bolso que había
dejado en una silla al lado de la ventana abierta que hacía que corriese el
aire a través de la sala y que no se hiciese tan pesado.
De repente fue
como si algo se accionase en su cabeza y recordó todo lo que había pasado.
Se tenso
inmediatamente y su estomago empezó a sentir síntomas de nerviosismo. Tenía que
hablar con Jack allí nadie sabía lo que había sucedido antes de que llegase a
ese pequeño pueblo y no iba a permitir que un rubiales le arruinase lo que se
había esforzado en reconstruir a lo largo de los años: una vida.
-No mama por
favor déjame quedarme ya estoy bien-afirmo Dana intentando ponerse de pie para
corroborar su palabras. Pero al parecer la suerte ese día no estaba de su lado
y pasar tanto tiempo tumbada para luego levantarse de golpe le pasó factura y
tubo que sujetarse a la cama para no caerse.
Levanto la
cabeza para mirar a su madre y darse cuenta que lo que acababa de hacer haría
que se fuese directamente a casa.
Melissa no se
molesto en discutir y sin decir nada cogió la chaqueta de Dana y se la tendió a
esta para que se la pusiese.
Dana lanzo un
largo suspiro al aire de la enfermería y se puso la chaqueta en silencio
sabiendo que intentar persuadir a su madre para que la dejase quedarse seria
gastar saliva en vano.
Se subió al
asiento del copiloto y cerró la puerta con un estridente portazo mientras su
madre subía al que se encontraba a su lado al entrar miro a Dana con cierta
preocupación reflejada en sus ojos marrones como el café.
-Dana, cariño
¿Te encuentras bien?
Esta a
escuchar el tono compungido de su madre se sintió mal por haberse comportado así
y se recordó a si misma que Melissa no tenía la culpa y que solo se preocupaba
por su bienestar.
-Sí, mama-
afirmo Dana con voz suave arrepentida de
su anterior comportamiento.
-¿Te pasa
algo? Te veo preocupada-dijo Melissa mirando a Dana alternado la vista en la
carretera.
La muchacha negó
con la cabeza concentrando su vista en la carretera por donde transitaban solo
ellas y algún que otro coche mas.
Hicieron el
camino en silencio con el suave suspiro de la calefacción como único
acompañante.
Cuando llego a
casa lo primero que hizo fue correr escaleras arriba con un chocolate caliente
en la mano. Sentía el cuerpo agarrotado por el frio pero ella sabia la solución
un buen maratón de MTV la tranquilizaría y la bebida le quitaría la sensación
de congelación en los dedos de los pies.
Se coloco en
el sillón que tenía delante de la televisión se hecho una manta por encima y encendió
el aparato.
El programa
que estaban echando no le gustaba mucho pero a esta hora en cualquier otro
canal habría dibujos animados a sí que se acomodo más en el blando mueble y se
empezó a tomar el chocolate.
El liquido se
deslizo por sus labios transmitiéndole el calor que le faltaba a su cuerpo en
ese momento y se estremeció de placer eso era vida sentir como el liquido
bajaba por su garganta calentando todo a su paso.
Se lo termino
en silencio y al hacerlo una pesadez se apodero de sus parpados que se cerraban
por momentos pero se obligo a volver a abrirlos recordando que tenía que pensar
en lo que le iba a decir a Jack al día siguiente ¿Sería mejor amenazarle o
intentar persuadirle de que no dijese nada siendo amable? Lo de amenazarle lo
descarto nada mas pensarlo si llegara a hacer eso el chico se reiría en su cara
a sí que se decanto por la segunda opción. No podía permitir que todo se echase
a perder por ese chico de ojos tormentosos que sabia más de lo que debía.
Si este
llegaba a abrir la boca todos se comportarían de forma extraña con ella con mas
amabilidad de la debida y eso la haría sentir incomoda y débil y no quería eso.
Sin poderlo
resistir dejo de luchar contra el sueño que la envolvía y se dejo ganar por él.
Se despertó
una hora más tarde con el cuerpo entumecido y un pequeño dolor de cuello debido
a la mala postura con la que se había dormido.
Ya no tenía
frio y su intenso dolor de cabeza había menguado hasta quedarse en una pequeña
molestia punzante en la sien pero aparte de eso se encontraba bien.
Se levanto del
sofá tirando la manta que tenia encima al hacerlo se agacho para recogerla y
justo cuando iba a erguirse un rápido movimiento al otro lado de la ventana le
llamo la atención. Se acerco a esta con paso lento y precavido por si tenía que
echar a correr en cualquier momento. Poso la mano en la ventana que en ese
momento se podía comparar con una lámina de hielo tan fría que a Dana se le pegaron
los dedos por un momento. La abrió y una ráfaga de viento le golpeo la cara
obligándola a cerrar los ojos cuando volvió a abrirlos se asomo descubriendo al
causante de su exaltación.
Era una
pequeña ardilla que la miraba con unos grandes y brillantes ojos negros. Estaba
en la rama del árbol que se encontraba al lado de su habitación.
Dana la miro y
soltó un suspiro tembloroso, aliviada, nunca se había sentido tan contenta de
ver a una ardilla.
-Que susto me
has dado pequeña-habló la muchacha al animalito que inclino levemente la cabeza
hacia un lado.
Dana se llevó
la mano a la cabeza sobándose la parte donde le había salido un pequeño chichón
por el golpe.
-¿Qué hago
hablando con una ardilla?-se preguntó en voz alta, la ardilla debió pensar lo
mismo porque corrió a través de la rama hacia el tronco del árbol donde se
perdió en la oscuridad. Un momento ¿Oscuridad? ¿Cuanto había dormido?
Probablemente unas ocho horas, seguro que esa noche no dormiría.
Tirito un poco
por la insistente gélida brisa que se cernía sobre ella y por ello decidió
cerrar la ventana volviendo a la calidez de su habitación que la acogió otra
vez.
Se acerco al
armario que había al otro lado. Era de madera un color algo rojizo y bastante
grande. Lo abrió y pesco del fondo de este su pijama morado, el más calentito
que tenia y una muda de ropa interior limpia. Volvió a cerrar las puertas y se
volvió para mirar su habitación, menos mal que la había recogido ayer se dijo
Dana sino tendría que hacerlo ahora y no se encontraba ni con fuerzas ni con
ganas de hacerlo. Lo único que le apetecía en ese momento era darse un baño
caliente.
Ingreso en su
baño personal que contaba con un retrete una bañera y un lavabo todo ello de un
color marfil brillante. La pared estaba recubierta de azulejos azul marino. La
propia Dana había elegido el color porque según ella cuando te estás bañando y
solo tienes encendida la pequeña luz al lado de la bañera parece que estas
mirando el cielo nocturno en una noche despejada y cuando cierras los ojos
puedes sentir incluso la suave brisa de la oscuridad que te susurra secretos
jamás contados y hace que un estremecimiento te recorra desde la punta de los
pies hasta el último pelo de la cabeza.
Abrió el grifo
para que el agua se fuese calentando y se desprendió de su ropa sintiendo de
repente mucho frio.
Se metió en el
agua y su cuerpo sintió el cambio de temperatura, sus músculos antes rígidos y
agarrotados se fueron relajando conforme pasaba más tiempo dentro y se iba
hundiendo cada vez más en el líquido tranparente que la rodeaba. Y sus parpados
se cerraron para ser más consciente de sus propios pensamientos.
En realidad lo
de Jack no era un problema se dijo Dana solo tenía que pedirle de manera amable
que no dijese nada y ya está asunto zanjado o eso pensaba claro esta de todas
manera prefería escribir un dialogo que seguir, si eso haría en cuanto saliese
del paraíso en el que se encontraba siempre que se metía en el agua se sentía
viva esa era la razón por la que iba a natación por lo menos dos veces a la
semana pero eso hacia unos meses que no sucedía por una lesión en el tobillo
derecho que la había mantenido apartada de las piscinas durante dos meses. Cuando
estaba allí se sentía invencible y a
salvo. Eso era lo que le hacía falta una buen a sesión de natación para acabar
con todos sus problemas de una vez por todas.
Con ese
pensamiento salió de la bañera y se coloco su albornoz violeta que estaba
ligeramente caliente debido al radiador donde lo había dejado Dana. Cuando se
hubo secado se coloco la ropa interior para después sin darle la oportunidad al
frio de volver a ella ponerse su pijama morado y su zapatillas de estar por
casa grises. Hecho la ropa sucia al cesto y bajo las escaleras con su estomago
rugiendo como un león enjaulado al que no le han dado de comer en días.
Estuvo a punto
de tropezar en el penúltimo escalón a causa de la velocidad a la que los
bajaba. La luz de la cocina estaba encendida y por ello decidió acercarse a
esta para ver quien se encontraba allí.
Cuando cruzo
el umbral el olor de deliciosa comida lleno sus fosas nasales provocando que su
hambre aumentase. La mesa estaba llena de alimentos tanto carne como pescado e
incluso en el medio había un cesto con diferentes piezas de frutas que por su
aspecto podían asemejarse a un cuadro.
Su madre y su
padre la miraban cada uno desde su asiento con expresión de alivio este último
se levanto y fue hasta Dana para después abrazarla y darle un cariñoso beso en
la frente.
-¿Cómo te
encuentras?-preguntó Cesler mirándola con esos ojos verdes del color césped
mejor cuidado.
-Ya estoy
mejor, papá no ha sido para tanto-restó Dana importancia separándose de él para
sentarse en su sitio.
Pero eso no
tranquilizo a su protector padre.
-Deberías
quedarte en tu habitación-medio sugirió medio ordeno-Y dentro de un rato te
subiremos la cena.
Dana suspiró
de forma exagerada por la importancia que le daba su padre al hecho de que se
hubiese desmayado. Su madre le había echado en cara que había sido por no
desayunar nada más que una triste tostada pero la chica tenía otra teoría, lo
que le había dicho Jack la había sorprendido tanto que en un principio no había
sabido manejarlo y se había puesto tan nerviosa lo cual había provocado que
perdiese el conocimiento.
Pero su padre
estaba exagerando no se había roto una pierna o un brazo, solo se había
desmayado y aunque no pudiese explicarle lo que bajo su punto de vista había
pasado tampoco quería que la tratasen como una invalida por una tontería como
esa.
-En serio,
papá no es necesario me encuentro perfectamente-afirmó Dana con una de sus
mejores sonrisas-Es más, mañana voy a ir a la piscina.
El golpe del
metal golpeando cerámica hizo que la muchacha levantase la mirada hacia su
padre al cual se le había caído el tenedor que ahora reposaba en el plato
tambaleándose todavía sobre este por la reciente caída.
-¿Ah sí?-preguntó
su padre con una sonrisa temblorosa en los labios.
-Si-contestó
Dana- He pensado que como mi tobillo ya está curado podría volver a nadar.
-A mi me
parece bien-opinó su madre en ese momento mostrando una sonrisa en los labios.
Cesler le
lanzó una mirada a Melissa.
-A mi también-admitió
su padre limpiándose los restos de salsa de la boca con la servilleta para
luego dejarla a un lado del plato en un movimiento suave y elegante-Solo me ha
sorprendido.
La cena
continuo tranquila con algún que otro comentario por parte de su padre sobre su
salud. Dana dejó su plato y cubiertos encima de la encimera, se despidió con un
beso de sus padres y subió las escaleras con lentitud y cansancio. Llegó a su
habitación y vio que la luz de su móvil estaba parpadeando. Se acercó hasta él
y lo desbloqueo viendo que tenía un mensaje de Less:
¿Cómo te encuentras? Ya me he enterado de lo que te
ha pasado espero que ya estés bien. Peter ha preguntado por ti, otra vez. Ese
chico no se cansa de que le rechaces una y otra vez, por cierto hablando de
chicos ha venido el nuevo que esta como un queso. Bueno te veo mañana en el
insti :D.
P.D: ¡No llegues tarde!
Oh no se dijo
Dana en ese momento, mañana le tocaría aguantar al pesado de Peter que al
parecer no aceptaba un no por respuesta. Decidió contestar al mensaje de Less:
Mañana será horrible. Ya me encuentro mejor. Y
cuanto a lo del chico nuevo ya he tenido el fatal placer de conocerle, tuvimos
un pequeño enfrentamiento.
P.D: Yo no llego tarde
Le dio a
enviar y abrió su cama notando que las sabanas estaban tan frías como un
tempano de hielo. El sonido de Warrior de Demi Lovato inundo la habitación y
Dana cogió el móvil para ver el nuevo mensaje de Less.
No te preocupes yo te protegeré de Peter jajaja.
Mañana tienes que contarme eso del chico nuevo.
P.D: Si que lo haces :P
Dejó el móvil en la mesilla después de comprobar que
había activado la alarma y se sumió en un sueño profundo.
En el sueño
Dana se encontraba en una especie de callejón oscuro las paredes eran de piedra
con un tono ligeramente azulado que hacía que se viese más tenebroso. El agua
caía encima de ella trayendo consigo un olor a humedad que en otras
circunstancias le habría gustado pero en ese momento le apestaba .Al fondo de
la calle se podía ver una silueta pero que al estar cubierta por la oscuridad
era imposible distinguir su rostro. La persona en cuestión se fue acercando a
Dana al mismo tiempo que ella retrocedía. El reflejo de la luna en un charco le
permitió ver el rostro de la sombra y se asombro al descubrir quién era.
Jack.
El muchacho le
tendió la mano y ella la miro con duda pero sobretodo incertidumbre.
-Ven conmigo
Dana-habló el rubio en un tono suave y dulce.
Estaba igual
de empapado que ella con una camisa blanca que se le pegaba al pecho y que
dejaba ver su tonificado pecho y unos abdominales de hierro. El pantalón era
del mismo color pero por suerte este no se transparentaba. Y los rizos mojados
le caían por la frente ocultando débilmente su oscura mirada que en ese momento
tenía el mismo color que el cielo que tenían encima. Algo en él y en su mirada
le hacía confiar en él pero por otra parte también estaba el hecho de que no lo
conocía.
Estaba a punto
de coger su mano cuando unos pasos provenientes de su espalda la hicieron darse
la vuelta. Se dio la vuelta para ver al dueño de estos.
Era Cesler y
detrás de él se acercaba Melissa con paso algo más lento. Diez segundos después
se encontraba a un lado de su esposo con una expresión indescifrable en el
rostro.
-¿Qué haces
aquí, Dana?-preguntó Cesler con una voz ronca, rara en él.
La chica le
miró frunciendo el ceño como si por un momento no hubiese entendido lo que
quería decir, hasta que recordó donde se encontraba. En un callejón, con el
agua cayéndole encima y también en una situación que no comprendía en absoluto,
pero en sus sueños nada solía tener sentido, y este no era la excepción.
-No lo
sé-contestó Dana finalmente después de su pequeña reflexión.
Cesler avanzo
unos pasos hacia ella y esta sin saber el por qué retrocedió a su vez, como si
no fuera su padre quien se acercaba sino una serpiente que la acechaba
esperando abalanzarse hacia su presa y ella se sentía un pequeño ratoncito.
-Ven con
nosotros-ordenó Cesler estirando la mano hacia Dana.
La chica miro
la extremidad que le tendían y luego subió la mirada para toparse con la de su
padre, pero era diferente, sus ojos antes caracterizados por la alegría que
emanaban ahora estaban cubiertos por una sombra de oscuridad que les daba un
aspecto tenebroso que hizo a sus piernas temblar como si fuesen de gelatina.
-No-negó Dana
retrocediendo aun más.
Su padre soltó
un gruñido animal que la asustó y la hizo caer hacia atrás en un charco que le
salpicó aunque no podía mojarse más de lo que estaba. Unos brazos fuertes la
levantaron y la colocaron a su lado. Era Jack.
-No puedes
irte con ellos, Dana-habló el de ojos azules, mirándola.
Le volvió a
tender la mano con un suave movimiento y antes de que pudiese pensárselo ella
se la cogió sintiendo una corriente eléctrica que la hizo suspirar.
Una luz se
abrió paso a través de la oscuridad del callejón y lo inundo todo con una
luminosidad tan potente que resultaba cegadora a la vista de Dana. Cerró los
ojos aun pudiendo ver un rastro de luz a través de sus parpados, cuando este se
hubo disipado volvió a abrirlos, descubriéndose así que se encontraba sola en
ese, de nuevo, oscuro callejón.
-¡Jack!-llamó
Dana-¡Papá! ¡Mamá!
Se hundió más
en la calle desierta que la rodeaba, dejando atrás la luz de la luna que la guiaba
mínimamente. Andó algo más hasta que un movimiento al fondo la hizo volver
hacia atrás.
Era una
especie de perro grande y monstruoso con el pelo del lomo erizado y unos
colmillos por los que goteaba saliva. Dana soltó un grito ahogado y salió
corriendo cuando el perro se abalanzó hacia ella haciéndola golpearse
fuertemente contra el húmedo suelo con el animal encima de ella.
La chica pegó
otro grito justo cuando el perro abría la mandíbula para atrapar el rostro de
la chica en ella.
Pero no llego
a hacerlo porque la oscuridad la atrapo, dándole tiempo a ver los ojos del
perro.
Eran verdes,
de un verde que ya conocía.
Abrió los
parpados con tanta fuerza que por un momento pensó que se había quedado sin
ellos, respiraba agitadamente y tenía posada una de sus manos en el pecho justo
por encima de su desbocado corazón.
Se levantó de
la cama y miró la hora en el reloj de la mesilla, solo faltaban quince minutos
para que la alarma sonase y por ello y porque no quería volver a ese sueño
apagó esta y luego se sentó en la silla que tenía en frente del escritorio,
encendió la lamparita y cogió un papel y un bolígrafo.
-Guión-
Escribió al
principio de la hoja. Ahora solo tenía que pensar que le iba a decir y como iba
a hacerlo. ¿Tendría que ir de dura y amenazarle? No se dijo Dana se reiría de
ella en su cara, por favor, a ese chico no podría asustarle ni el mismísimo
diablo. Entonces, ¿Sería mejor coquetear con él y convencerle por las buenas?
Tampoco no se iba a rebajar de esa forma se regañó mentalmente por sus propios
pensamientos contradictorios.
Se colocó el
bolígrafo entre los labios y se concentro hasta que una idea llegó a su cabeza
como una revelación caída del cielo. Se puso a escribir a toda velocidad sin
parar en ningún momento y cuando terminó lo dobló y lo metió en la cartera.
Sabía lo que tenía que hacer.
Parecía una
acosadora en potencia allí esperando a que Jack saliese de su clase de
matemáticas y mientras lo hacia se permitió una última ojeada a su estrategia
de ataque. Pescó el maltratado papel del bolsillo trasero de sus vaqueros.
Murmuró lo que tenía que decir hasta que los alumnos comenzaron a salir del
aula. Sentía un nudo el estomago. Volvió a guardar el papel y se susurró a sí
misma unas últimas palabras.
-Clara y
directa-se dijo Dana- Clara y directa.
Repitiendo
esas dos palabras se acercó al muchacho rubio que en ese momento salía por la
puerta, como siempre destacando entre los demás. Le cogió del brazo antes de
que pusiese rechistar y lo llevó hasta detrás del gimnasio donde solo se encontraba
una pareja dándose el lote que al verlos aparecer se separaron y se fueron de
allí no sin antes enviarles una mirada asesina tanto a Jack como a Dana.
-¿Qué sabes?-
preguntó la chica sin dejarle hablar todavía.
Jack frunció
el ceño y luego le sonrió abiertamente con sus ojos azules brillando.
-Se que el ojo
de un avestruz es más grande que su propio cerebro, se que las ovejas no pueden
beber agua en movimiento, se…
-No me refería
a eso-le cortó Dana de forma brusca- Quiero saber que sabes sobre mí.
Jack lanzó un
largo suspiro al aire.
-Se que tienes
los ojos plateados, un color muy bonito en mi opinión, pelo castaño claro,
guapa, buena estudiante, testadu…
Dana gruñó,
frustrada.
-No intentes
esquivar la pregunta, Jack-reprendió la chica señalándolo con un dedo acusador
golpeando el pecho del chico con el-Quiero que me digas que sabes sobre mi vida
pasada.
-Tranquila,
tigresa-le cogió el dedo con delicadeza-No tienes que ponerte así, te diré lo
que quieras saber.
Dana tiró de
su dedo quitándolo de entre los de Jack.
-Para empezar,
no me llames así-se quejó Dana.
El chico
sonrió aun más.
-¿Qué?
¿Tigresa?-Dana asintió-¿Por qué?
-Simplemente
no me gusta, no tiene que haber una razón.
-En ese caso a
partir de ahora, te llamas tigresa.
Dana bufó con
fuerza, ese chico era imposible, pero por algún tipo de extraña razón le
gustaba.
-¿Cómo conoces
mi antiguo nombre?
-No sé si lo
sabías-dijo Jack- Pero fuiste portada hace seis años en el periódico.
Dana puso los
ojos en blanco y una sonrisa forzada.
-Claro que lo
se-afirmó la chica-Pero no creo que hayas recordado eso cuando me viste.
-Tienes
razón-admitió Jack-Aunque no te voy a decir cómo se todas esas cosas de ti.
El chico se
dio la vuelta con la clara intención de irse y acabar con la conversación pero
Dana se interpuso en su camino colocándose en frente de él, bastante cerca.
Tuvo que levantar la cabeza para mirarle a los ojos ya que le sacaba unos
veinte centímetros de altura.
-No puedes dejarme
así-dijo Dana-Por favor dime porque sabes todo eso de mi, y lo más importante
para que.
Jack la miró
por un momento entrecerrando los ojos y frunciendo un poco el ceño, como si
estuviese meditando algo de suma importancia.
-No estás
preparada-habló al fin, bajando la mirada hasta el suelo arenoso que ocupaba la
parte de atrás del gimnasio.
-¿Y cuándo voy
a estarlo?-preguntó Dana bajando el tono de voz hasta convertirlo en un
susurro.
-Paciencia,
tigresa-dijo Jack, acariciando con un rápido movimiento la mejilla de la
chica-Prometo contártelo todo cuando llegue el momento.
Dana aparto la
mirada dirigiéndola a un costado aunque podía sentir dos tormentas que la
miraban fijamente. Permanecieron allí callados hasta que la chica recordó el
principal motivo por el cual había llevado allí al chico.
-No se lo
digas a nadie-pidió Dana, volviendo a mirar a Jack a los ojos.
El chico movió
un poco la cabeza haciendo que sus cortos rizos dorados se agitaran. Y Dana
sintió el fuerte impulso de tocarlos pero se contuvo a sabiendas de que no era
lo correcto.
-No te
preocupes-tranquilizó Jack-No voy a decir nada a nadie.
Dana suspiró y
sin querer termino sonriéndole al rubio.
-Gracias
-No hay de que
-Bueno-dijo
Dana algo incomoda-será mejor que me vaya con mis amigos antes de que me llamen
por megafonía.
No espero la
respuesta de Jack y se dio la vuelta alejándose de él.
-Ya que no voy
a decir nada-gritó el chico para llamar la atención de Dana-podrías
agradecérmelo con un beso-la sonrisa que el Jack le lanzó la hizo estremecer.
Le miro por un
momento para ver si hablaba en serio y cuando descubrió que así era levanto la
mano derecha enseñándole solo uno de sus dedos.
-Vete a la
mierda-dijo Dana yéndose de allí.
-Hasta pronto,
tigresa-se despidió Jack con una de sus increíbles sonrisa.
La chica se
sonrojo furiosamente mientras cruzaba el camino que separaba el gimnasio de la
cafetería donde se encontraban sus amigos, como todos los días. Entró por la
puerta con cuatro pares de ojos posados en su persona, fingiendo que eso no la
incomodaba se aproximó a su mesa donde Less, Sally,Will y Peter la esperaban.
Se sentó en la silla sin decir nada y luego sacó su almuerzo que consistía en
una fiambrera con fresas y un zumo de mango, cortesía de Melissa.
-¿Dónde
estabas?-preguntó Peter, un muchacho de pelo moreno y ojos negros que estaba
obsesionado con Dana.
-No es de tu
incumbencia-replicó la de ojos plateados con un brillo verdoso en ellos que
dejaban ver que se estaba enfadando con el insistente chico.
-Estaba con
Jack-reveló Less mientras que se metía algo de su ensalada en la boca con una
perversa sonrisa.-la he visto salir con el del edificio principal.
Dana la miro
con rabia ¿Por qué le decía eso?
-¿Quién ese
tal Jack?-preguntó Peter pronunciando el nombre con desdén.
-Como ya he
dicho antes-habló Dana mientras le daba un mordisco a la punta de su fresa-No
es de tu incumbencia.
-Es el chico
nuevo-volvió a intervenir Less, lo cual se ganó otra mirada asesina por parte
de Dana.
-¿El rubio?
Less asintió
con la boca llena de lechuga, tomate y pollo, que había cogido de la cafetería.
-¿Y qué hacías
tu con ese tío?
-Esto es la
hora del almuerzo-dijo Will, cansado de la cansina insistencia de Peter-no un
interrogatorio.
-Gracias,
Will-sonrío Dana cogiéndole la mano.
-De nada
,cariño-le apretó la mano a la chica, le gustaba llamarla así porque era su
mejor amiga y no permitía que nadie la incomodara y mucho menos el pesado de
Peter Gale.-Y además no se qué haces en esta mesa ya que nadie te ha invitado.
-Para tu
información-replicó Peter con sobrada chulería-estoy aquí porque mi chica se
sienta aquí.
-¡Yo no soy tu
chica!-gritó Dana, levantándose de sus silla, llamando la atención de toda la
cafetería, incluyendo a cierto chico de ojos azules tormentosos que había
entrado sin que la chica se percatase.
Notó como la
sangre subía a sus mejillas y se volvió a sentar con la mirada de todos sobre
ella.
-Claro que lo
eres-afirmó Peter-Y no acepto un no por respuesta.
-Permíteme
disentir-dijo Dana-Te he rechazado ya cinco veces ¿Qué te hace pensar que esta
vez voy a cambiar de opinión?
-Todos
cometemos errores.
-He dicho que
no ¿Qué parte es la que no has entendido?
-Estamos
destinados a estar juntos. No lo hagas más difícil.
-Peter eres
imposible. Déjame en paz de una vez.
-Tío-intervino
Will-No me hagas darle una patada a tu bonito trasero, vete ya de aquí y permítenos
seguir con nuestras vidas sin ti de por medio.
Peter se
levantó de la mesa con un fuerte chirrido y se alejo de allí no sin antes
decir.
-Esto no ha
acabado-amenazó-No voy a parar de intentarlo.
-Que miedo-se
burló Will con una sonrisa.
En ese momento
el timbre sonó indicando el final del recreo. Todos se levantaron y se
dirigieron a la salida. Dana se encontraba en medio del mogollón cuando sintió
una caricia en el cuello que la hizo estremecer y cerrar los ojos hasta que
esta hubo terminado.
Solo había un contacto que la hacía
estremecerse. Y el propietario era cierta persona de ojos tormentosos.
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